Por Janet
“La música expresa los movimientos del alma” Aristóteles
Mucho se ha documentado a nivel científico y experiencial de la música, todos coinciden en los beneficios que se obtienen al escuchar ciertas melodías que al impactar de manera positiva en ciertas áreas del cerebro generan transformaciones físicas, biológicas y/o conductuales.
Como lenguaje, la música es el más completo que existe por el número ilimitado de elementos que al ser expresados en diferente tono, ritmo, timbre o frecuencia cambia radicalmente el significado y aunado a la implícita transmisión de emociones le confieren su precisión y asertividad como puente comunicacional. Además de la particularidad de ser un lenguaje vivo que se desarrolla en el presente, sin cristalizaciones como el lenguaje visual o espacial, una nota suena en este momento y muere para dar paso a la siguiente nota o al siguiente silencio, esto nos habla no sólo de las características del propio lenguaje sino también de las que provee al que lo interpreta con consciencia al tiempo que desarrolla una inteligencia no verbal.
La terapia musical tiene un amplio terreno para explorar, desde las vibraciones que genera un sólo sonido primario con una específica longitud de onda, hasta una melodía completa.
De ésta última me gustaría hablar, específicamente de la música clásica.
Los beneficios al escuchar música clásica son muy conocidos, sin embargo estos al igual que las capas de una cebolla van desde lo más superficial que es ponerla como música de fondo con sus respectivos beneficios hasta una verdadera relación consciente con un lenguaje vivo con sus respectivas transformaciones a través de la introspección y autoconocimiento al que invita la relación.
Desarrollado por George Balan, musicólogo y filósofo rumano fundador de Musicoshopia, la escucha consciente e interactiva es una disciplina que consiste en escuchar repetidamente una pieza musical con la finalidad de comprender la estructura musical y dar paso a que el sonido se transforme en movimiento (gesto melorítmico) mismo que se dibuja en el espacio con los brazos y manos, esto con la constancia e implicancia necesaria hace que se comprenda el verdadero significado de la música y se integre en el ser humano, acercarse con esta actitud a la música permite traspasar el límite del pensamiento y llegar a la autorealización.
Balan explica: “El amor por la música y el conocimiento de la música forman la puerta de entrada al templo para entrar en conversación con Dios.”
Manuel Serrano López, fundador junto con Piedad Muñoz de Artesofía Internacional y la Universidad Creativa de las Artes, con más de 30 años de investigación musical consciente, ha desarrollado también una metodología para acercarse al arte en general, con la finalidad de integrar en el ser humano las inteligencias que lo conducirán a una comprensión personal de sí mismo y de la vida.
Puedes encontrar una muestra en Vimeo de la partitura del escucha de la Cantata BWV 80: Fortaleza de JS Bach, la partitura se encuentra dividida por una línea punteada que marca los movimientos que se realizan con el brazo derecho y con el izquierdo al tiempo que suena la música. Encuentra un lugar y un momento tranquilo para realizar el ejercicio, la primera escucha consciente realízala con los ojos cerrados para entrar en contacto con la música, trata de percibir a través de tu mente e intuición la estructura de la melodía, es decir si la música sube o baja, si va rápido o lento, fuerte o suave, y su significado la primer impresión que te llegue es correcta, puedes hacer esto varias veces, cuando lo consideres suficiente abre los ojos y vuelve a poner el video en esta ocasión realizando los movimientos con tus brazos, al terminar la música quédate un momento en silencio. Con la práctica constante aprenderás los movimientos y no necesitarás más la partitura por lo que podrás realizar el ejercicio con los ojos cerrados, también llegarás a sentir el impulso de tararear la música, no te detengas, tararéala, así lograrás interiorizar más la melodía.
No te pierdas la oportunidad de autodescubrimiento que ofrece acercarse a la música con voluntad, consciencia y corazón abierto.